lunes, 24 de mayo de 2010

OPHIOSTOMA




El vínculo que une al hombre con la naturaleza es fundamental, es el trasfondo de nuestra actividad como ser humano. La naturaleza, como esa madre que en otras épocas se veneraba y que hoy en día tanto apreciamos, pero al mismo tiempo la detestamos, la adoramos y destruimos. Desde el nacimiento hasta la muerte, hallamos en la naturaleza los polos opuestos de la gracia y desdicha de la vida.
En nuestra vida no nos conformamos meramente con sobrevivir, sino que nuestra ambición nos lleva a explotar la natura y poseer el paisaje, en el que sin dudarlo un momento inscribimos nuestra huella, transformando y modificando el espacio en el que nos hallamos.
La relación del ser humano con la tierra es muy compleja, ya que siendo conscientes de la imperdurabilidad y del poder de la naturaleza, tenemos el coraje de luchar y agredirla por obtener cuanto deseamos para vivir cómodamente. Pero más compleja es la relación del artista y la naturaleza, que en su afán de exaltarla la transforma a su antojo, para obtener una obra de arte y un goce personal.
La obra que titulo “Ophiostoma” trata de reflejar esa dualidad que se presenta en la relación del ser humano con la naturaleza. Por un lado la necesitamos para sobrevivir pero por el otro somos tan sumamente egoístas que la destruimos, sin pararnos ni un momento a meditar que su devastación es el primer paso para nuestra propia destrucción.
Para expresar todo esto empleo la grafiosis y el olmo como metáfora de la raza humana que es un parásito para la tierra. Se nutre de ella, la trabaja y explota para vivir, pero los recursos naturales tienen un límite que algún día se agotarán y todo se volverá en contra nuestra. De esta manera la destrucción de la naturaleza, es la propia autodestrucción humana. Y es que la tierra es igual que el olmo, es robusta y fuerte en su esencia, pero al mismo tiempo vulnerable y necesita de una constancia para su perdurabilidad, sino se vuelve frágil y quebradiza.

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