lunes, 24 de mayo de 2010

Entre la vida y la muerte: el espacio, el tiempo


Entre la vida y la muerte: el espacio, el tiempo. from pajarita pajara on Vimeo.










Este proyecto artístico no pretende tener un fin material, sino que lo importante aquí es la experiencia generada en un lugar y un entorno en una porción de tiempo determinado.
Se trata de una fusión de la naturaleza del ser humano con la naturaleza humanizada a través de un diálogo ejecutado por medio del espacio tiempo.




El hombre ha nacido y se ha desarrollado en un espacio, el natural, y él mismo se ha encargado de desnaturalizarlo al humanizarlo. Por este motivo, el ser humano muchas veces pretende volver a sus orígenes, se trata de una historia de dominación y lucha pasional ya que la naturaleza domina al ser humano y viceversa. Razón de más para que el arte trate este asunto, debido a que la naturaleza en sí misma es un espejo que muestra lo que son las artes y las ciencias. Esta relación se trata de un diálogo, una adaptación, una transformación del medio y del entorno a través del ser humano, ya que el arte no es más que lo natural que pasa por las manos del hombre, la naturaleza opera a través de la voluntad de un hombre colmado por la belleza de las obras de la misma naturaleza.


EL PROCESO

Partiendo de la importancia procesual  que le doy a este asunto, creo conveniente advertir, que para mí la pieza final no son las fotos o los vídeos que haya realizado, estos son una simple consecuencia del acto.
Para explicar las analogías y metáforas que uso en la pieza, creo conveniente explicar que el sitio elegido para el proyecto artístico tiene determidas cualidades que lo hacen especiales, ya que se ha desarrollado en “El Bosque de Olmos Secos”,  una creacción artística que utilizada elementos naturales muertos (los olmos), y que en este momento está volviendo a morir como pieza artística.
 Los  elementos más importantes son lo siguientes:

El ambiente
Para la pieza he tenido en cuenta el valor simbólico del lugar, un sitio fronterizo entre el medio urbano  y natural, un lugar que no puede ser urbanizado debido a su proximidad al río, por lo que si éste no estuviera allí ese lugar ya no sería natural  y el hombre se habría apoderado de él en su totalidad. De forma que la naturaleza está poniendo sus propias normas.

El sujeto – cuerpo
El olmo seco dos veces muerto funciona como el cuerpo del ser humano desnudo, su tronco amputado sin ramas, sin adornos, se ha quedado en lo esencial, ahora es el recuerdo de algo  que un día tuvo vida, pero que se niega a morir realmente. El ser humano actúa de igual manera, se niega a aceptar el paso del tiempo y a los cambios que le establece la naturaleza.

El hueco
El vacío que quedan los olmos muertos ya en su totalidad es representado en forma de hueco, es la cavidad que albergaba y mantenía al árbol en pie. Es el recuerdo de lo que allí hubo, ya muerto pero que en parte seguía latiendo vida, una vida recordada en forma de arte.
  
Partiendo de estos puntos, se han realizado dos intervenciones:
 La primera es objetual, que consiste en la colocación de 700 piezas constituidas por trozos de planos urbanísticos unidos a un palo de madera clavados en el suelo. Este intervención hace alusión a las hojas que estos olmos no tuvieron en el momento en que murieron, son sus adornos que el tiempo y la muerte les quitó para mostrarlos desnudos en su esencia. Estas piezas parecen cubrir el suelo con  un manto de hojas que no lo tocan, pero que lo ocultan, al igual que sucede con el hábitat urbano que el ser humano planta sobre la tierra. Este manto blanco, es perecedero con el paso del tiempo y es susceptible al viento, parece que van a echar a volar libres, pero en realidad hay algo que les ata al suelo. El material elegido, el papel y la madera, no es realmente más que pedazos de árboles muertos tratados por el ser humano.
 La segunda es más bien una experiencia: consiste en una analogía del cuerpo humano desnudo con el cuerpo del olmo muerto, los dos evolucionan con el paso del tiempo y están situados en un espacio concreto. Los cuerpos están interrelacionados directamente con el tiempo y el espacio, tienen el suyo propio, aunque están en un estado de devenir constante, son en realidad flujos. Estos cuerpos son constantemente seducidos, violados, constantemente sepultados y restaurados.
El proceso trata de que el sujeto analice e interaccione con la naturaleza, pero no desde su afirmación, sino desde su negación, su muerte, su sustracción; desde el hueco, el vaciado de la materia como forma, ausente, vacío. Desde el vacío se puede contemplar su existencia.
Se aborda la fisicalidad del objeto desde su invisibilidad, desde su ausencia como naturaleza y su presencia como vacío.
Para ello, el sujeto, se mete en la piel del árbol, se siente desnudo, como él, y va situándose en el espacio en su misma situación, se sitúa junto a él en cada uno de ellos, y cree sentirse un cuerpo muerto en el momento en el que se tumba junto al cuerpo y se desborda sobre la tierra.

 La importancia de este proceso recae en la reflexión que realiza sobre el ser humano y el medio natural partiendo de la propia experiencia. Demuestra que el acto artístico en sí puede ser más importante que el resultado final, que es una mera consecuencia del acto, disponible para comercializar, pero con la experiencia que asume el artista al realizarlo jamás se puede comerciar, sólo podrá poseerlo aquel que realice la acción, y esa sensación casi de trance que proporciona la experiencia creativa jamás nadie la podrá volver a tener, ni si quiera ella misma, ya que el espacio, el tiempo, la naturaleza y el ser humano en sí evolucionan, es parte del la evolución cíclica del fluir natural del mundo.


En la realización de este proyecto han colaborado Andrea García y Manuel Fernández (imagen), y Tomás Miguel Lúpia (sonorización).

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