La pieza consiste en que el espectador se enfrente a dos representaciones, una de la pornografía, y otra del erotismo, y se planteará cual de las dos es la real. Cada representación hará despertar correspondientemente al instinto (nuestro lado animal) o a la pulsiín (nuestro lado humano). Se establece en ellas una analogía con el mito de la caverna de Platón, donde el erotismo será representado como el mindo de las sombras, el inteligible, y la pornografía como el mundo exterior real.
Se trata de una mezcla de videoinstalación (para la pornografía) y performance (para el erotismo), que se presentarán enfrentadas una a la otra estableciéndose un diálogo entre ambas representaciones.
De esta manera, aplicando el mito de la caverna y presentando una representación como real (el erotismo, que realmente no lo es) sucede a la inversa, el espectador considerará como real aquello que no percibimos en su totalidad y es una realidad aparente, pero pensará que es ficción aquello que se muestra explícito y es una realidad visual que la mente no tiene porqué configurar.
interesante forma de ver el erotismo y la pornografía
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